lunes, 15 de octubre de 2012

Voy a creer

El jueves por fin fuimos a por los resultados de las pruebas. Con un "todo está perfecto" el oncólogo (que no yo, después cuento por qué) dio carpetazo a veinte meses de tratamiento, de locura desbordada. Tendremos que volver dentro de tres meses para revisión. Al salir de la consulta mi marido me abrazó -ya ha terminado todo- y me quedé "rara", no conseguí ese momento de felicidad que tantas veces imaginé que sería.
 
Y es que queda lo más difícil, que es creer DE VERDAD que mi hija está curada. Sin miedo a la recaída (que sí puede ocurrir), sin que me vengan las lágrimas por las noches al arroparla, al despedirme de ella en el colegio, ... sin sufrir.
 
Quien sí lo tiene muy claro es mi marido, que nos sorprendió al día siguiente con una fiesta que llevaba preparando desde hacía más de un mes, incluso antes de las pruebas. Eso sí es fe. No me di cuenta de nada, porque con la ayuda de una gran amiga incluso me supo llevar engañada al hotel, hasta que vi a toda la gente allí reunida. Hubo payasos, magia, globoflexia, ... verdaderos amigos y mucho sentimiento. Fue perfecto.

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